Cámara Lenta Entrevistas

Jayro Bustamante: «Necesitamos que las películas revuelvan un poco para que la gente pueda volver a hablar»

Pablo, de 40 años, es un «hombre como Dios manda», evangélico practicante, casado y con dos hijos. Pero Pablo no logra evitar las tentaciones más bajas, enamorándose de Francisco. Su familia y su iglesia cuidarán de él. Dios ama a los pecadores, pero odia el pecado.

Esa es la sinopsis de ‘Temblores’, el nuevo film del director guatemalteco Jayro Bustamante, con quien tuvimos la oportunidad de conversar durante el marco de IFF Panamá.

Desde izquierda: Juan Pablo Olyslager, Diane Bathen, Jayro Bustamante y Sabrina De La Hoz. Foto: IFF Panama

Cine Casual: ‘Temblores’ es una ficción basada en hechos reales. ¿Cómo llegó la historia a ti?

Jayro Bustamante: De alguna manera fue una inquietud. Yo quería trabajar en mis tres primeras películas sobre los tres insultos más comunes en Guatemala. Los peores insultos, insultos que de alguna manera no entiendo porque nuestra sociedad quiere perpetuar.

“Indio”, que es el reflejo de una sociedad completamente racista, autoracista, autodiscriminadora. El segundo es “homosexual”, que es el reflejo de una sociedad completamente machista e insegura de su sexualidad. Y el tercero es “comunista”, que no tiene nada que ver con la vertiente política, sino que simplemente es una etiqueta que se le pone a la gente que se preocupa por los derechos sociales o los derechos de los demás, porque es el reflejo de una sociedad extremadamente egoísta y unilateral, en donde el preocuparse por los demás significa caridad, pero no significa responsabilidad social.

El primero lo traté con ‘Ixcanul’; el segundo con ‘Temblores’, pero quería hacer una película que fuese más abierta y no solo una película de nicho LGTB. Entonces empecé a buscar un tema que me pudiese interesar, hasta que conocí a un Pablo (Pablo es el nombre del personaje principal en ‘Temblores’). Cuando lo conocí, lo que me pareció interesante es que estaba frente a un homosexual que era homofóbico. Entendí que esa homofobia que él sentía, ese rechazo que él sentía por él mismo y esa incapacidad de amarse, era producido por sus seres cercanos. Por su familia, por su iglesia y por su círculo cercano, que lo convencieron durante mucho tiempo de que eso no estaba bien y que él tenía que cambiar. Entonces partiendo de ahí, todo me pareció más interesante.

Temblores (2019)

Luego me enteré de estas terapias de reconversión. Empecé a hacer una investigación y formé un grupo de 22 personas que habían ido a esas terapias. Luego les pedí que me contaran su vida. La mayor parte de esos hombres que estaban en esas terapias de reconversión estaban casados, y usando mujeres como fachadas para esconder la vergüenza que ellos sentían de ellos mismos. Ahí caemos en el tema del machismo en su absoluta expresión; el rol de la mujer nos importa poco, lo que hay que hacer es preservar la imagen del hombre. Una cosa es que un chico o una chica homosexual en una sociedad tan reprimida hable con un amigo y le diga “casémonos porque tengo estos problemas” y es un pacto entre ellos, y otra cosa es que alguien le mienta a otro ser humano y no le diga quién es realmente, o que bajo la presión se casen sin haber realmente entendido quienes son.

Lo mas loco es que las familias, las iglesias, y los los grupos cercanos a estos “Pablos”, los consejos que les daban era “consiga una mujer”. El consejo es mienta, construya una fachada sin importar el daño que hace alrededor. Eso me pareció muy interesante, y de ahí la película se convirtió completamente en una película de impacto social, más que en una película de homosexualidad, y eso para mi era lo básico de la historia.

CC: Hablando de iglesias, el cristianismo evangélico es pocas veces retratado en películas latinoamericanas a diferencia del catolicismo. ¿Fue una decisión creativa retratarlo, o algo orgánico en base a las historias que encontraste? 

JB: Fue orgánico desde el punto del primer “Pablo” que entrevisté, que era evangélico, pero realmente, al final de la película, no hago referencia solo a una iglesia sino que hago una mezcla, como un concepto religioso. Si bien a primera impresión el rito parece más evangélico, también quise agregar cruces, rosarios, algunos íconos católicos. También utilicé rezos judíos. Hice esta mezcla porque de alguna manera, para todas la religiones, la homosexualidad siempre ha sido un gran enemigo con el que hay que acabar; como que hay que luchar contra ellos porque son el peor mal del mundo. No creo que haya un solo estudio que demuestre que los homosexuales, por ser homosexuales, le hagan daño ni a Dios, ni a la sociedad, ni al ser humano. Los homosexuales pueden hacer daño porque son humanos, pero no porque son homosexuales. Por eso quise hacer una mezcla, y porque de alguna manera, todas las religiones tienen una grado de extremo machismo que es bien preocupante, y que es también el reflejo de nuestras sociedades conservadoras, porque el sistema falocrático ha logrado hacer que las defensoras más grandes del machismo sean las mujeres mismas. Han logrado hacer que la oprimida sea la defensora de su opresor. Por eso hice una mezcla de un concepto religioso. Lo que va a ser más difícil para este tipo de sociedades es decirle que ésta película no habla mal de Dios, no habla mal de la fe. La película no tiene nada que ver con Dios en el fondo—la película tiene que ver con las reglas de imagen, con las reglas de sociedad machista…ni siquiera tiene que ver con la religión en sí. Eso es lo loco en este tipo de problemática.

Temblores (2019)

CC: Esas sociedades conservadoras de las que hablas muchas veces las vemos dejando comentarios negativos e incluso ofensivos en redes sociales. ¿Qué piensas de las discusiones, más allá de lo cinematográfico, que generará la película?

JB: Yo creo que la película si va a ser contestada y si va a ser conflictiva de alguna manera, pero en estos temas que son tan tabú, eso es lo que necesitamos, que las películas vengan y revuelvan un poco para que la gente pueda volver a hablar.

Me pasó algo muy lindo y triste ahora en la presentación en IFF, y es que una chica del público guatemalteca, después de la película, me contó que ella estaba completamente identificada con lo que pasaba en la historia. No es homosexual, pero se identificaba por la opresión. Me dijo “tengo muchas ganas de que mi madre vea la película porque yo me tuve que ir de Guatemala porque mi madre no me dejaba respirar ante el hecho de que yo no tenía derecho de tomar anticonceptivos”. Cuando la familia y la religión se mete, incluso con tu vida reproductiva, hay un irrespeto muy grande. De alguna manera, también se entiende porque no somos países en donde nuestros Estados no nos ofrecen ninguna protección, entonces al final, los grupos pequeños, las religiones, vienen a cumplir ciertas carencias, y han hecho en ciertos casos muy buen trabajo, pero luego cuando se imponen a cumplir estas carencias, también pueden imponer reglas que que pueden ser peligrosas. Tenemos que ser muy inteligentes. Yo creo que lo único que nos puede decir cuales son los límites es nuestra propia conciencia. Lo que pasa es que a veces la religión también obliga a que sus fieles apaguen su conciencia, porque tienen que seguir la palabra divina a todo precio, aunque tu en el fondo sepas que hay algo que no va, que hay algo que está haciendo daño, que hay algo que no deberías hacer, te cegás porque la palabra lo dice.

CC: ¿Qué puntos de vista o experiencias te ayudaron a entender más este problema a la hora de redactar el guión?

JB: Lo que me parece a mí más importante es contar desde otro punto este tipo de problema. Digamos que hoy en día estamos cada vez más acostumbrados a que cuando hablamos de problemas de opresión, el oprimido termina venciendo a la sociedad. Eso está muy bien, en ciertos países y sociedades se puede hacer, pero quería contar cómo nuestras sociedades son tan duras, que por más que uno lucha a veces es imposible ganarles, porque están dispuestos a destruirte hasta el fondo para que seas como ellos quieren que seas. Somos sociedades que no tenemos piedad en ese sentido. En mi investigación, sobretodo me impresionó tanto como las madres estaban dispuestas a ir a la destrucción total de sus hijos para que fueran lo que ellas pretendían. Eso me pareció durísimo.

Temblores (2019)

CC: ¿Qué efecto crees que pueden tener estas películas de impacto social, en cuanto a empujar agendas para cambios de leyes o culturales?

JB: Yo creo que siempre es importante que desde las artes podamos reflejar los problemas que estamos viviendo. La incidencia directa política es difícil de medir en el cine porque una película no tiene el poder de crear o cambiar una ley, pero al final, un servidor público que es un político y que tendrá sus cuatro años de poder, nunca tendrá tanta incidencia como una obra de arte, que no tiene limite de tiempo y que, si bien ahorita este tipo de cine puede ser atacado por las iglesias y por la gente poderosa, no lo van a  poder apagar. Las películas existen y existirán para siempre e irán tocando almas de uno a uno; eso es lo que las películas hacen. Creo que la incidencia política es, desde el punto del arte, muy poderosa.

CC: Guatemala ha tenido una excelente representación aquí en IFF Panamá: cineastas, actores y actrices, productores, medios de comunicación, de todo un poco. ¿Qué nos puedes contar sobre el estado actual del cine en Guatemala? ¿Qué desafíos u oportunidades ves?

JB: Los cineastas están haciendo un trabajo genial. Desde su punto, todo el mundo está trabajando con mucha pasión, todo el mundo está regalándole algo al país que el país mismo no se ha ganado. Entonces creo que el desafío es que la responsabilidad estatal se concrete, y que se empiece a crear un camino para que el cine encuentre una estabilidad como industria, porque todo lo que el cine genera es enorme para una nación, fuera de los cambios sociales, económicamente son inversiones grandes las que se hacen, inversiones que no tienen  límites de tiempo, son publicidades enormes. Al final no importa de qué habla una película porque ponen en el mapa al país. La gente en Guatemala piensa que si uno hace una película triste, los turistas no van a ir, pero al contrario, no es que los turistas quieran ir a ver la tristeza que cuenta tu película, pero hay mucha gente en el mundo que no sabe sobre Guatemala, que nunca oyó hablar de Guatemala. Por más duro que nos parezca a los guatemaltecos, somos un país muy chiquito, y creo que el cine es un abridor de fronteras enorme. Creo que el próximo reto es que nuestro Estado tome la responsabilidad y cree leyes que protejan la industria, que impulsen la industria y que ayuden a la industria.

Jayro Bustamante ganó el Premio Alfred Bauer de la Berlinale en 2015 por ‘Ixcanul’, el filme más premiado en la historia de Guatemala. Foto: Berlinale.

‘Temblores’ tuvo su estreno mundial durante la 69 edición de la Berlinale y ganó el premio del público en el Festival Cinélatino de Toulouse. En pocos meses ha pasado por los festivales de cine de Miami, Guadalajara y Panamá, entre otros. Mientras continúa su recorrido en el circuito de festivales, se espera que tenga su estreno en Guatemala a mediados de mayo.

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